lunes, 30 de junio de 2014

TRANSACCIÓN

«La CIA trazó pormenorizadamente lo que Juan Carlos I debía hacer las seis primeras semanas de su reinado» 

Felipe VI se sostiene sobre las ruedas de la CIA y del CNI 

Transacción 

El pueblo, decía Louis Blanc, despertó asustado con el ruido de pasiones que no eran las suyas.
François Mitterrand, en “El Golpe de Estado permanente”

Constituye, pensamos hace tiempo, denominación engañosa la tan manida de “Transición”, por más que dicho vocablo se haya solidificado y expandido, según convenía al interés de los francofascistas transmutados en demócratas como por arte de birlibirloque, que encima se las ingeniaron para continuar, muchos de ellos, subidos al burro de los cargos políticos y prebendas conexas con los mismos. Un servidor cree en otra denominación que cuadra mejor, la de “Transacción”, o sea, acción o función de transigir (los demócratas y antifranquistas), esto es, de ceder o claudicar no poco.
La operación transaccional tejida en los primeros años setenta contaba con un grado elevado de “visto bueno”, para no decir de mando, por parte de USA, concretamente de uno de sus más infames y derechistas Presidentes, Richard Nixon, que temía un estallido democrático-revolucionario en España a la muerte del césar marroquí ferrolano. (Nos referimos, como ustedes sabrán, al Presidente que allí  llamaban “Tricky Dicky”, Dicky el Tramposo, quien había dinamitado poco antes al noble Presidente Allende, en Chile). Uno de los agentes de tal operación era un engreído militar de los servicios secretos medio castrenses-medio civiles de Carrero Blanco, el coronel San Martín, etcétera, llamado Fernández-Monzón (al que ustedes quizá recordarán por cómo fue más tarde, ya general, expulsado del mando de la Policía Municipal madrileña). Monzón, que viajaba entre Washington y Madrid (lean a Alfredo Grimaldos, “La CIA en España”), negaba que el Rey fuese el motor de la Transición. “Ni Suárez ni él fueron motores de nada -–afirmaba--, sólo piezas importantes de un plan muy bien diseñado y concebido al otro lado del Atlántico por la Secretaría de Estado y la CIA, plan que desembocó en la “Transición”. En el mismo se preveía una dura intervención del Ejército español en caso de que aquí se produjera un vacío de poder”.
También se preveía una operación, bajo auspicio de la CIA, diseñando pormenorizadamente lo que el Borbón debía hacer durante las seis primeras semanas de su reinado. Llamada “Operación Tránsito”, que dirigía en buena parte el General Armada, Secretario General de la Casa del entonces Príncipe, detallaba incluso que en los funerales de Franco el Rey debía ser efusivo con el Presidente de la República Alemana, pero frío con Pinochet. Ya Rey Juan Carlos, se confeccionó por los servicios secretos españoles un esmerado dossier, denominado archivo “Jano” (por lo de las dos caras del personaje mitológico), de la vida pública y privada de las principales personas del país, incluidos sus grandes trapicheos y corrupciones (a Girón, por ejemplo, parece que se le neutralizó recordándole sus tejemanejes en el Palacio de Congresos de Torremolinos).
En “Jano” se prestaba particular atención a los miembros de las últimas Cortes franquistas, haciéndoles conscientes de ello. De este modo, la Ley para la Reforma Política (Ley 1/1977) que debían votar dichos “procuradores en Cortes” el 18-11-76 haciéndose el harakiri, liquidando las “Leyes Fundamentales” del franquismo, salió adelante por enorme mayoría. A cambio de este “servicio”, dichas Señorías franquistas tendrían buen acomodo en el nuevo sistema posfranquista, y a nadie se pedirían responsabilidades. Y los demócratas teníamos que tragarnos todo esto, o no habría Democracia. Voilà la “Transacción”.
     Una añadidura o apéndice: los militares (Tenientes Generales) miembros de dichas Cortes fascistas votaron “no”, a saber: Barroso Sánchez-Guerra y Castañón de Mena, ex Ministros del Ejército; Lacalle Larraga, ex Ministro del Aire; Galera Paniagua; Iniesta Cano; Pérez-Viñeta. Ellos (varios, falangistas) no querían una Transacción, sino un franquismo sin Franco bajo control del Ejército. Por cierto que también votó “no” algún obispo fascista, como Guerra Campos. Blas Piñar, ídem, claro.

II

De todos estos polvos “transaccionales”, con absoluta impunidad del franquismo y numerosos franquistas detentando enorme poder desde la muerte de Franco hasta hoy, vienen no pocos de los actuales lodos. Éstos, con algunos aspectos especialmente preocupantes, como el pacto, concierto o componenda entre los dos partidos más numerosos, PP y PSOE, que en algunas dimensiones semejan un “Régimen”, turnándose a lo Cánovas y Sagasta. Este país nuestro sigue, en algunos aspectos, castrado, pendiente de “rescatar siglos”. Francia ha tenido cuatro “revoluciones burguesas” en 1.789, 1.830, 1.848, 1.870. Nosotros, sólo un dignísimo intento de una, la II República, que fue fusilada por el fascismo (incluidos Hitler y Mussolini entre los fusiladores).
El “sistema”, en suma, sigue siendo muy poderoso, incluyendo entre sus armas o instrumentos unas normas electorales que atentan contra la Democracia, que huelen demasiado a “partitocracia”. Igual que el supuesto Estado de Derecho hiede a Estado de Desigualdad, con inmensa burla de Artículos como el 35 de la Constitución (“derecho al trabajo y a una remuneración suficiente para el trabajador y su familia”) o el 47 de la misma (“derecho a una vivienda digna y adecuada”). Además, prácticamente todos los medios de comunicación (televisión, radio, prensa) son directamente propiedad de los grandes grupos económicos o les obedecen como párvulos. Para lo cual cuentan esos poderosos grupos con la obediencia de gran parte de la “clase política” que gobierna y fabrica las leyes. En cuanto a la jerarquía de la Santa Iglesia, parece tener un pacto de acero con la derechona, no oímos a los obispos clamar por que el pueblo de Dios deje de padecer hambre y sed de justicia… y de comida, trabajo, vivienda; ellos ya se llevan buenos millones de euros salidos de nuestros impuestos.
La Economía es, por supuesto, básicamente “financiera”, no está al servicio de la gente, sino del gran capital, de los bancos y sus negocios. Mas ¿de dónde se podría quitar dinero para atender a los más desfavorecidos? ¿Quizá de los enormes gastos militares, ya que no parece verosímil tener ninguna guerra? ¡Ah, no, eso no se toca! No nos dejaría “el gran padre blanco” de Washington. Además, las industrias de armamento ocupan uno de los grandes renglones de la dichosa gran Economía y de los omnipotentes mercados. Y no importa que haya corrupción aquí y allá, o escándalos como el de los ejecutivos de Caixa Penedès. El poder económico es el “poder real”, como dice Saramago. Que añade: “Es hora de aullar contra los poderes que nos gobiernan; si no, es que nos merecemos lo que tenemos”.

III

Parece obvio que los inmensos poderes económicos (el Fondo Monetario Internacional, FMI; la omnipotente Banca; las opulentas grandes empresas) y sus grandes vasallos, los poderes políticos, han dicho “basta” al reyezuelo desprestigiadísimo por sus escándalos, elefantes, Corinnas, por los urdangarines, por sus enriquecimientos y por tantas cosas más. Juan Carlos ya no puede garantizarles como hasta ahora una buena ayuda en su pillaje sobre el sufrido pueblo supuestamente soberano. Debe caer, deciden.
     La campana ha acabado de sonar con el resultado de las Elecciones del 25 de mayo, el citado hundimiento del bipartidismo celtíbero colaborador con dicho dúo de grandes poderes (iba a decir de amos del poder y la gloria, mal plagiando aquel título de Graham Greene), que han dicho “hasta aquí”. Obediente, el “régimen” de apareamiento PP-PSOE (lo que no quiere decir que ambos sean mellizos o equivalentes) ha dejado o hecho caer al monarca.
     Cabe recordar que Juan Carlos era un Rey ilegítimo, por más que fuese “legal” (“leyes”, haber haylas hasta en las más canallas dictaduras). Queremos decir que era un rey por “dedazo” del carnicero dictador Franco, para acceder a cuya corona hubo de traicionar y vender a su propio padre, quien encarnaba la “legitimidad monárquica” y que no aceptó este dedazo del “caudillo” fascista socio de Mussolini y Hitler. No lo aceptó ni cuando Franco designó a Juan Carlos para sucederle, en el verano de 1.969, ni cuando el mismo accedió a la corona, fallecido el dictador.
A los Borbones ya los ha echado el pueblo español varias veces (Isabel II y Alfonso XIII), sin contar que Carlos IV se echó a sí mismo al abdicar en Napoleón. Cuando estaban definitivamente liquidados del trono de España (desde 1.931), el dedazo de un dictador sangriento, que se hizo “Jefe del Estado” apoyándose en el fascismo italiano y alemán, gracias a los cuales dinamitó a la II República, puso otra vez en el trono ¡por cuarta vez! a un Borbón, Juan Carlos, que se ciscó en los “derechos” dinásticos de su padre. Quel pays!, solía decir de nosotros, cariñosamente, un buen amigo francés.

IV

Intentan vendernos la cabra --para que traguemos a un nuevo Borbón, Felipe-- de que a Juan Carlos y sus sucesores los admitimos los españoles al aprobar en referéndum la Constitución de 1.978 (Art. 57) el 6 de diciembre de dicho año. No, miren ustedes: una Constitución tiene dos caras o pieles, una jurídica y otra política. Y la cara o dimensión política nos dice que muchos españoles votaron dicha Constitución porque, como hemos apuntado, si no la votaban,  había que continuar con las “Leyes Fundamentales” de la dictadura militar-fascista. En suma, al pueblo no se le ha permitido legítimamente expresarse. Sino que admitió la Constitución bajo coacción. Repetimos: ilegítimamente.
Por ello, el “Príncipe Felipe” no tiene derecho a ser Rey de los españoles sin pasar por un referéndum monarquía-República. Porque, en consecuencia de lo hasta aquí dicho, el Régimen legítimo sigue siendo la República en tanto no haya un referéndum República-monarquía sin las coacciones y compulsión inherentes al referéndum del 6-12-78. Y porque, si rizamos el rizo, incluso la Constitución de 1.978 establece, en su Art. 92, la vía del posible Referéndum de todos los ciudadanos para “las decisiones políticas de especial trascendencia”. ¿Y ésta acaso no lo es?

José Luis Pitarch
Presidente federal de Unidad Cívica por la República

sábado, 28 de junio de 2014

CONSIDERACIONES A LA CORONACIÓN

«Este aforamiento penal y civil es  un abuso» 

Los españoles encarcelados por las leyes... para que un solo hombre esté libre 

Consideraciones apresuradas a la coronación de un Borbón militar y a un aforamiento desmesurado del Borbón saliente 

Tiene contado Iñaki Anasagasti, senador del PNV, que hace unos años coincidió con el Rey abdicado en un acto protocolario en la cámara alta, y que tuvo un encontronazo verbal con el mismo, a propósito de la guerra de Irak. En aquellos momentos se estaba cometiendo, por parte del ejército de los EEUU, con la complicidad del gobierno español, una de las mayores matanzas inútiles de la historia de la humanidad, bajo el pretexto de unas inexistentes armas de destrucción masiva; las consecuencias de aquella barbaridad aún van a colear por muchos años, tal y como podemos ver en estos momentos, con la toma de tan desdichado país por la rama más fanática del Islam, aquello que los genocidas del triángulo de las Azores prometían impedir, y que era parte de su coartada guerrera. Un hermano de George Busch, -aquel que no sabía que teníamos una monarquía- había visitado España y prometió grandes ganancias y negocios para los que ayudasen a su país “frente a las fuerzas del mal”. Como es obvio, no se refería al pueblo español, sino a sus mandatarios, y ahí está el alcalde consorte de Madrid, bien pagado por sus servicios, y Juan Carlos de Borbón, con pagos seguros en diferido por la utilización de la Base de Morón para perpetrar la salvajada.  Pero volviendo a la conversación entre el senador y el entonces Jefe del Estado, le reprochó aquel que no tuviera sensibilidad con lo que estaba pasando y que no ejerciera de Rey de todos los españoles, en un momento en que no solo había una opinión mayoritaria, según las encuestas, contraria a aquella guerra, sino que casi a diario cientos de miles de españoles salían a las calles en demanda de paz. Según Anasagasti el Rey se escudó en su papel de Jefe de los Ejércitos para justificar el apoyo a aquella invasión. El senador le animó, puesto que tanto el Rey como su hijo tenían rango militar, a sumarse a las tropas invasoras, algo que no fue bien encajado por la soberbia del Borbón.
La anterior anécdota viene a cuento de la renovada vocación castrense de esta dinastía, puesta de manifiesto el propio día de la coronación, con el aplauso cómplice de todos los poderes de este país, incluidos los diputados del bipartidismo, voluntarios figurantes en la escenografía de la farsa, a mayor gloria de una familia que, por si vinieran mal dadas, ha realizado una vergonzosa acumulación de capitales, en parte del saqueo de arcas públicas y en parte de las comisiones de los negocios en los que actúan como cabeza visible de lobbies empresariales, gracias a las amistades del monarca con dictadores de toda laya. Hace unos días en el diario digital Info Libre, el periodista e historiador Miguel Ángel Villena revelaba un episodio hasta ahora silenciado, y que tuvo lugar a comienzos del ya lejano año 1986, con motivo de la jura de la Constitución por parte del Príncipe de Asturias al alcanzar la mayoría de edad. La pretensión entonces de la Casa Real era que el heredero de la Corona acudiera al Congreso de los Diputados con su uniforme de gala de alumno de la Academia de Infantería de Zaragoza. El presidente de la Cámara, Gregorio Peces Barba, uno de los más conspicuos defensores de la Monarquía parlamentaria, se negó sin embargo a tal despropósito, y amenazó en firme con su dimisión si se perpetraba la borbonada. No tuvieron más remedio que ceder,  y vestir de civil al mozo alférez, pero de muy malas maneras, y guardando en su memoria la “afrenta”, para ocasión propicia, como se la guardaron, ‑como contaré en otro momento-, al director de TVE de entonces, por no retransmitir en directo, como pretendía el Rey, la jura de bandera militar del príncipe; le parecía al Borbón que aquello era un acontecimiento nacional, más importante que un partido de fútbol de la selección española en un campeonato  mundial.
La democracia, en sus instituciones, está plagada de cuestiones de forma, que no se pueden disociar nunca de la resolución de los problemas de fondo. Se ha perpetrado, una vez más, por parte del gobernante Partido Popular, una violación flagrante de las formas parlamentarias, primero al negarse a tramitar el aforamiento del Rey abdicado por los cauces establecidos para una Ley orgánica, en segundo lugar al introducir este relevante asunto como enmienda a una Ley de jubilación de funcionarios, por lo que no se pueden hacer enmiendas a una enmienda, aparte del cierre de filas, de la mayoría que aún tiene  en la Cámara el partido presidido por el señor Registrador de la Propiedad de Santa Pola. Cuestión de fondo es el propio aforamiento, pues una vez que ha dejado de ser Jefe del Estado no hay razón para ello; ya es grave que sea, el titular de la corona, además, inviolable. Este aforamiento penal y civil es  un abuso más para librar al Borbón de las demandas que, con seguridad, se van a interponer contra él en los próximos meses; lo que no está claro es si para entonces tendrá su residencia en España. Pero eso es otra historia. Continuará.

ISABELO HERREROS

sábado, 21 de junio de 2014

APELACIÓN A LA REPÚBLICA

«Una propuesta radical y genuinamente  republicana debe reivindicarse en toda asociación,  en  toda empresa, en toda casa» 

Fiesta escolar para conmemorar el advenimiento de la II República en una escuela laica del municipio alicantino de San Vicente del Raspeig
Foto: Público.es 

Apelación a la República noventa años después 

En Mayo de 1924, en plena Dictadura de Primo de Rivera, Don Manuel Azaña publicaba su “Apelación a la República” en la que afirmaba la incompatibilidad entre monarquía y democracia.
En estos momentos de reivindicación de un proceso constituyente republicano, ante el “hecho sucesorio” que se nos impone como último recurso del agonizante régimen monárquico constitucional de 1978, nos parece imprescindible recordar, como hacía Azaña en aquel texto, que la República es mucho más que sustituir la forma de gobierno monárquica por la forma de gobierno republicana, salvo que nos conformemos con una República como una mera forma de Estado o de gobierno, concretamente con un conjunto de organismos burocráticos separados de la sociedad civil, en la que una vez elegidos los representantes, la  ciudadanía se abstiene de cualquier actividad política. Y así, como dice nuestro amigo Joaquín Miras, “un individuo que centralice en su persona el poder ejecutivo del Estado, por el mero hecho de ser elegido, es presidente de la Republica y no monarca.”
Así, la Republica no podrá ser limitada ni gravitar en torno a una reivindicación de una forma de Estado, ni simplemente a una definición jurídica, ni al cambio del titulo segundo o de otros preceptos constitucionales. Es una simplificación limitar la política a lo jurídico. Es reducir el republicanismo en tanto que movimiento radical de emancipación y  de autogobierno, de democracia radical e igualdad material, a mera estructura técnica jurídica, a una organización de cosas, y no a transformación de sociedades.
Por ello, hay que recordar que la forma política republicana implica el establecimiento de mecanismos e instituciones de manera que el fundamento de la democracia no quede limitado a la simple forma de democracia representativa, ni que el ejercicio de la responsabilidad política de los ciudadanos gravite  únicamente en el voto  y en la delegación de poder en  representantes surgidos del sufragio. Las insuficiencias de la democracia representativa   han sido de hecho denunciadas por la desafección de los ciudadanos hacia una política delegada en unos pocos. Elegir a los que han de gobernar no es enteramente gobernar. Consentir, asentir y elegir  no es autogobierno. Lo es participar en la formación de las decisiones, en la toma de ellas y en su ejecución.  Una constitución republicana debe contemplar formas de democracia participativa, deliberativa, popular  y mandatada. Al efecto deberían contemplase instituciones tales como la revocación de cargos, la brevedad y la rotación frecuente de los mandatos,  la preferencia por la forma colegiada de gobierno en ejecutivos, el funcionamiento frecuente y accesible  de la iniciativa popular y los referéndum,  la introducción de algunas  formas de mandato imperativo, la introducción del procedimiento de sorteo en la designación de algunas magistraturas  públicas, las prohibiciones y limitaciones a la  acumulación de cargos públicos, la rendición de cuentas  después del mandato ante  órganos ciudadanos independientes,  la extensión de la incompatibilidad e inelegibilidad para del desempeño  de funciones  públicas de aquellos que  estén ligados de una manera  privilegiada a actividades e intereses privados,  el estudio de  la incompatibilidad de un grado de renta y forma de vida suntuosa y excesiva, de manifiesta desigualdad,  para el desempeño cívico y virtuoso de funciones públicas.
Y hay que recordar que la libertad republicana es el deber y derecho inalienable de todos efectivamente a participar en los asuntos públicos, pero también es la ausencia de cualquier situación de dominación que haga ilusorios la igualdad y el autogobierno, tanto en lo público, en las relaciones políticas, como en lo privado, en las relaciones económicas, sociales, familiares o de género. La Republica no esta sólo en la esfera de lo estatal o de lo público. Una propuesta radicalmente y genuinamente  republicana debe reivindicarse en todas las relaciones de lo colectivo donde se juega nuestro autogobierno: en toda asociación,  en  toda empresa, en toda casa.
Por tanto, la propuesta de un régimen republicano  implica que la República debe impedir la desigualdad por cuanto entre desiguales no prevalece la justicia y  el bien público  sino el poder de los más  fuertes. La República  debe  procurar con su  intervención efectiva  que en ningún caso en que estén en juego relaciones entre  ciudadanos se produzca  una situación cuya desigualdad, estados de necesidad y carencia desemboque en dominio  y explotación de unos por otros. 
El Estado republicano deberá, por consiguiente, regular e intervenir las actividades  financieras, la propiedad de los medios de producción, el uso de la tierra, la energía,  el uso del suelo y la vivienda,  y cualquier actividad económica  que generen diferencia de poder material entre ciudadanos.
Igualmente debe procurar que constitucionalmente bienes como la cultura, la educación, la sanidad y los recursos naturales no puedan ser objeto de apropiación con fines lucrativos sino que han de ser considerados como bienes comunes a los que todos deben tener acceso. En estos ámbitos, el Estado republicano debe acoger las iniciativas que los ciudadanos promuevan para democratizar también aquellos sectores  que actualmente aún permanecen  como reductos de un ancien regime al que no hubieran llegado las libertades: democracia en la empresa, en la industria, en la gestión de los asuntos exteriores,  en la enseñanza, etc., con el fin de que su funcionamiento no responda  al lucro y beneficio de unos pocos o a la autoridad de algunos sino a lo que todos convengan democráticamente.
Por ello, el Estado republicano debe ser un Estado social y políticamente orientado por objetivos cívico democráticos, que combata activamente la corrupción, que limite los derechos de propiedad privada sobre el capital o la tierra por su función social, que mantenga y profundice la universalidad y gratuidad de los servicios públicos educativos, sanitarios, culturales, financiados mediante un sistema tributario progresivo y redistributivo, que constitucionalice mecanismos institucionales y legales que aseguren la efectividad de los derechos sociales, que mantenga un sistema de protección social y garantice el derecho a la existencia mediante un ingreso universal de ciudadanía, que fuerce soluciones cooperativas por la vía institucional, que haga pedagogía política, fomente la ética y los valores cívicos y la austeridad como norma de conducta pública.
Y hay que recordar que la fraternidad republicana no es otra cosa que la extensión a todos sin exclusión de la igualdad y la libertad, y que forma parte del pueblo soberano que acuerda su autogobierno, el pueblo de los inmigrantes llegados al país cuyas circunstancias de necesidad material les ha hecho abandonar sus países de origen buscando con  los ciudadanos que nacimos anteriormente  en España una sociedad donde compartir  vida, trabajo y libertad  y manifiestan su voluntad de participar en su república. Cualquier violación de los derechos de este pueblo inmigrante será considerado como violación de los derechos de cualquier otro ciudadano sin que pueda darse  discriminación alguna, violación que merece ser  tratada con el mayor rigor  por cuanto  es una injusticia  que se dirige abusivamente hacia los más débiles de entre nosotros.
Y, finalmente hay que recordar que no puede existir República si no se asienta en una ciudadanía consciente, responsable y participativa. De ahí el afán republicano por confiar en las posibilidades didácticas de la democracia para habituar a la mayor parte posible de la ciudadanía a la práctica de la participación política.
Es por ello que la democracia debe ser  escuela de civismo, como aprendizaje moral y cívico. En palabras de Azaña en su Apelación a la República de hace noventa años: “Militante, nuestra democracia deberá ser docente además”. No se trata solo de aprender a votar, a expresar opiniones divergentes, a tomarle las cuentas al gobierno, sino también de que participe en la enmienda permanente de la vida publica.
Por tanto, la construcción de la ciudadanía ha de venir de la praxis democrática, pero también la escuela ha de tener la función moralizadora de enseñar a elegir libremente y enseñar hábitos y sentimientos para evitar la manipulación.
En este sentido, la escuela pública, universal y laica, que respete y promueva el pluralismo ideológico y la libertad de conciencia, debe educar para conocer, o mejor para incitar a conocer, para valorar y razonar. Una persona que es capaz de juzgar moral y estéticamente el mundo en el que vive es más probable que sienta la necesidad de comprometerse activamente en su mejora y a participar: en el sentido de tomar partido, ante las cuestiones públicas que consideramos importantes mediante el voto, o ejerciendo su libertad de expresión o manifestación, y tomar parte, en el sentido de implicarse cotidianamente en la vida democrática: para decidir, cooperar y deliberar como consumidores, como habitantes de una ciudad, como usuarios, como miembros de asociaciones, como trabajadores.
En suma, hoy más que nunca, es necesario construir, sin atajos o apresuramientos, el bloque político, social y cultural hegemónico que nos permita iniciar un proceso constituyente republicano que culmine en una República de ciudadanos libres, iguales y fraternos.

Miguel Ángel Doménech y José Miguel Sebastián

viernes, 20 de junio de 2014

TRIUNFAREMOS

«Es una certeza que traspasa enteramente mi persona como una descarga, un rayo, que nada puede atemperar dentro de mí; la convicción: triunfaremos» 

¡Trifunfaremos!
Foto: Dreamstime 

Triunfaremos 

Mensaje del Secretario Federal de la asociación Unidad Cívica por la República –UCR-, Miguel Pastrana, el 19 de junio de 2014 

Palabras del Secretario Federal de la asociación Unidad Cívica por la República, UCR, Miguel Pastrana, el 19 de junio de 2014. Estaban preparadas para ser leídas en la concentración de todos los jueves de la Plataforma Contra la Impunidad del Franquismo en la Puerta del Sol de Madrid, pero la ocupación policial de la plaza hizo imposible expresarse democráticamente en ella ese día 

Ciudadanos, ciudadanas:

Culminando en el día de hoy, hemos asistido en los previos, a un despliegue de medios y recursos sin precedentes, con el objeto de imponer a la ciudadanía un Jefe de Estado no-democrático y, con él, un régimen.

Prensa, radio, televisión, mayorías parlamentarias y senatoriales que no se corresponden con las sociales; con lo que en la calle se dice y se siente; decenas de francotiradores, represión contra los símbolos republicanos… todo eso, y más, ha sido puesto en juego, con el fin de proclamar un Rey al que llaman Felipe VI.

Teniendo en cuenta todo eso, yo os digo: triunfaremos.

Como representante de una de las asociaciones históricas y más importantes del republicanismo en este país. Sin pretender especificidades, pero tampoco que se niegue quienes somos. Sin que nuestro discurso se condicione por el temor o el ánimo, de perder o ganar votos. Os digo: triunfaremos. Ha de triunfar democráticamente la República en este país, y el día de hoy, con todo su aparato –y su represión también- marcan un jalón en la dirección del triunfo.

Es una certeza que traspasa enteramente mi persona como una descarga, un rayo, que nada puede atemperar dentro de mí; la convicción: triunfaremos.

Pero no es pasión lo que me da esta fe, mas el análisis de los hechos objetivos, y de la Historia.
Hemos asistido hoy a una puesta en escena, que ha de caer más pronto que tarde por su propio peso, su propia falsedad y empalago. Cualquier ojo avizor comprobará, que esta nueva Monarquía nace condenada. No podrá superar las contradicciones que condujeron al fin de la anterior, la de Juan Carlos I. Antes bien, esas contradicciones se irán agudizando en el periodo que hoy empieza y desembocarán, inevitablemente, en la República.

¿Significa ello que nuestra acción no importa? Muy al contrario, es más necesaria que nunca, pues determina tiempos y formas, y nada hay en política más importante que eso. Todos quienes aquí estamos, quien ahora os habla, y quienes ahora escucháis, somos –y a mucha honra- políticos. Y nuestra acción, podemos decirlo, ha sido decisiva para poner fin a la Monarquía de Juan Carlos. Como lo será para ponérselo a la de Felipe, y con ello, traer la República. Pero vengo a deciros, sencillamente, que en los centros de poder, y en los conciliábulos, y en todos esos sitios, donde se sabe, pues medios materiales de sobra tienen para ello, yo estoy seguro de que se da por inevitable la República en España, se sabe, y todo el montaje del Rey Felipe, es para ganar tiempo, y mejorar posiciones, ante lo inevitable: la República.

Yo quiero ahora lanzar una pregunta a todos los movimientos que se consideren regeneracionistas, alternativos, constituyentes… no importa las etiquetas que, en su perfecto derecho, quieran o no ponerse; asuman o rechacen. Yo les pregunto: ¿es que después de lo visto en estos días, se puede dudar aún de la importancia, la prioridad, que tiene traer la República a nuestro país? ¿Es que puede considerarse todavía secundario el debate Monarquía-República? ¿Es que no ha quedado claro, y machacado, que es el Régimen Monárquico la clave de todo el sistema de injusticia en este país; la tapa de la olla con todo lo podrido? ¿Es que no ha quedado ya suficientemente claro?

Lo dije en Cádiz –está recogido- en la primavera de 2012, en el inicio del Movimiento Constituyente. Varios de los promotores no quisieron escucharme entonces. Yo sé que ahora escuchan más. Porque es bien sencillo: la República resulta algo prioritario y esencial para España. Tanto como el precio del pan. Porque –de hecho- determina el precio del pan; la sanidad, la educación, el trabajo, la cultura… Porque todo está conectado ¡Todo está conectado!

Termino: la cuestión del Referendo. Yo sé que hay suspicacias, hay temores, hay legítima –yo considero que es legítima- indignación, por parte de algunas personas, que consideran que lo justo de la República, no admite ese referendo. Yo entiendo eso; yo lo respeto. Pero no puedo compartirlo.

Si las Cortes de la II República española, reunidas el 1 de febrero de 1939 en Figueres, declararon, en su Punto Número 2, el derecho inviolable del Pueblo Español a decidir sobre su tipo de régimen, no seré yo quien contradiga a aquellas Cortes legítimas. No seré yo quien ose considerarme más republicano que Azaña, que Negrín, que José Díaz, que Pasionaria… No seré yo, desde luego. A quien, desde una óptica republicana, niegue el referendo, cabe exigirle a continuación, que provea de los medios necesarios para imponer democráticamente la República, si los tiene, pues si no, todo son entelequias, y al negar el referendo, se está haciendo un favor al Régimen Monárquico, que es quien lo niega y lleva 40 años negándolo.

Yo pido, por favor, que no reforcemos esa posición. Porque el referendo -que llegará más pronto que tarde- si es en exclusiva sobre Monarquía o República; si es así, lo ganaremos entonces. Y quien tenga miedo de perderlo, yo le digo: ponte entonces a ganarlo ya. Ponte entonces. Con la confianza que tenemos la mayoría. Porque venceremos. Porque la Historia está con nosotros. Porque quienes murieron defendiendo la República están con nosotros y nos alientan desde la tierra. Porque la República vino por las urnas y volverá por las urnas. Pronto.

¡Viva España con Honra! ¡Viva la República! ¡Viva la Dignidad!

MIGUEL PASTRANA
Secretario Federal de la asociación Unidad Cívica por la República-UCR

lunes, 16 de junio de 2014

¿CUÁL PUEDE SER NUESTRA "MARCHA DE LA SAL"?

«¡Necesitamos un poderoso símbolo!» 
 
Gandhi toma un puñado de sal de la orilla del océano Índico el 5 de abril de 1930

¿Cuál puede ser nuestra "marcha de la sal"?

Los republicanos necesitamos una “marcha de la sal”. Necesitamos un hecho poderosamente simbólico que revele las contradicciones de la Monarquía, su alineamiento con los poderosos, su corrupción, y que conduzca indefectiblemente a la sociedad indecisa hacia la República. Una marcha de la sal que destelle en esta mediocridad de pensamiento que nos cerca y que, por el corazón, gane al mundo para la causa, de la misma forma que aquella República cercenada en 1936 ganó a los demócratas de todo el mundo.
            Antes de convertirse en súbditos británicos, los habitantes de la India fabricaban su propia sal directamente del océano, pero los colonizadores la nacionalizaron e instauraron un impuesto. La sal no sólo se encareció, sino que su producción privada pasó a ser ilegal. En este contexto, Gandhi inicio el 12 de marzo de 1930 una larga marcha de 300 kilómetros que pasó por numerosas ciudades indias al tiempo que reclutaba más y más activistas, hasta llegar al Índico, en cuya orilla tomó un puñado de sal. ¡Nada más! En seguida le siguieron quienes le acompañaban. Y luego, en todo el país, los hindúes comenzaron a fabricar su propia sal. Hubo más de 60.000 detenidos, Gandhi entre ellos, pero la prohibición era tan flagrante y la inocente acción de producir pequeñas cantidades de sal ganó hasta tal punto el corazón de la prensa occidental, que Churchill no tuvo más remedio que ceder, lo que contra todo pronóstico supuso el comienzo del fin del dominio británico en la India.
            ¡Necesitamos una acción así! ¿Cuál puede ser nuestra marcha de la sal? Necesitamos erigir un poderosísimo símbolo de esta clase, el único que podrá hacer de palanca para extirpar de la herida de España este mastodonte borbónico que la aplasta, este ogro voraz que se nutre de los poderosos a la par que los alimenta vaciando el bolsillo de los españoles. Ni las manifestaciones ni las ruedas de prensa ni las estadísticas ni las informaciones ni los discursos, por más veraces, efectivos y contundentes que sean, podrán tener el efecto de una marcha de la sal. ¿Cuál puede ser nuestra marcha de la sal?
            Lanzo la propuesta porque sé que la inteligencia, la cultura y la creatividad están en los republicanos. ¡Pensad, discurrid, dilucidad y compartid vuestros hallazgos con los compañeros, con los medios republicanos, conmigo! No tengáis miedo al ridículo. Es otro lastre de la España inquisitorial que una República debe erradicar. ¡Tener miedo al ridículo es tener miedo a expresar lo que se siente, es por tanto un ataque a la libertad de expresión, de pensamiento, de imaginación! Así que buscamos todas, todas las opiniones, hasta las más inverosímiles o pintorescas o utópicas o irreales. A veces en lo más absurdo puede estar el mayor hallazgo. Queremos vuestras ideas, desde las grandes y geniales hasta las pequeñas y comunes. ¿Cuál puede ser nuestra marcha de la sal?
            He aquí las características que debe cumplir:
            1) Debe ser algo que una a todos los republicanos independientemente del espectro político que ocupen.
2) Debe tocar el corazón, ser algo emotivo, que conturbe a la opinión pública y la haga simpatizar con la causa.
            3) Debe ser algo que simbólicamente implique a la mayor parte del pueblo español, algo que con lo que buena parte de la sociedad española pueda sentirse concernida.
            4) Debe ser algo que atraiga la atención de la prensa, entre otras cosas porque Gandhi no habría conseguido nada sin ella (la marcha de la sal fue seguida por un séquito de periodistas).
            5) Debe ser algo inocente, trivial, inofensivo, y que, sin embargo, implique un reto profundo a la organización actual del Estado, de modo que éste no pueda ni callar ni hacer la vista gorda ni silenciarlo.
            6) No debe retrasarse más allá del comienzo del otoño, siendo su fecha ideal entre la última quincena de septiembre y la primera de octubre.
            ¡Pongámonos a pensar! ¡Pasemos esta petición de mano en mano! Necesitamos todas las opiniones, todas las ideas, necesitamos perentoriamente una marcha de la sal. ¿Cuál puede ser nuestra marcha de la sal?
 

jueves, 12 de junio de 2014

ABRAN LOS OJOS

«Yo, de ser princesa aspirante al trono, sí preguntaría» 

La princesa Letizia se manifiesta por un referéndum para establecer la forma de Estado en España el pasado 8 de junio de 2014 en la Puerta del Sol. De izda. a dcha.: Juan Picó, Gregorio Morales Villena, Isabelo Herreros y Letizia Ortiz
(montaje fotográfico de 3 colores 3)

Abran los ojos 

Que cada uno crea su propia realidad creo que es algo que ya nadie, o casi nadie pone en duda. Ya decía el refranero español a su manera castiza, que no hay más ciego que el que no quiere ver, que es otra forma de decir lo mismo. Esto es así en líneas generales.
Pero en estos tiempos que corren en que la información llega a nosotros queramos o no, hay ciertas cosas que no se pueden obviar y más si te dedicas a lo público.
Ando yo dándole vueltas y preguntándome  qué haria esta que escribe, si la semana que viene me fuesen a proclamar reina de un país, me da igual cual fuera, y estuviese viendo manifestaciones, peticiones de referéndum, movilizaciones generales de una gran parte de  la sociedad clamando más que pidiendo, la libertad de elegir si quieren que yo reine sobre ellos o no...
Por regla general nunca me ha gustado ir allí donde no soy bien recibida, para empezar por mi misma y para seguir por respeto a quienes no me quieren, que sus razones tendrán. De manera que he llegado a la conclusión, que yo, de ser princesa aspirante al trono, sí preguntaría.
Supongo que mi manera de enfrentarme a esa situación es mia y de nadie mas.. . Pero como yo creo en la igualdad de todas las criaturas que habitamos esta tierra, me aventuro a extrapolar mi sentir.
Y por mas vueltas y vueltas que le doy no logro entender esa actitud de esconder la cabeza y hacer que no pasa nada... o de hacerse el ciego, como dice el refranero, que para el caso es lo mismo.
Me pregunto también por qué se niegan a hacerlo. No pasaría nada, si se vota y la mayoría dice que sí, pues nada, monarquía al canto... y si sale que no... pues si está tan preparado, vale tanto y tiene tantos seguidores, que se presente a las siguientes elecciones presidencialistas... quizá ganase y además lo haría refrendado por ese pueblo al que dice representar.
Nunca he entendido ese miedo enfermizo al cambio. La vida es eso, un puro y constante movimiento, un renacer cada mañana, evolucionar, crecer... en definitiva cambiar. Aferrarse al pasado, a lo establecido y encima querer pretender que eso  es lo mejor, denota una falta de fluidez tan grande,  como incompatible con el discurrir de todo aquello que está vivo. 
Los tiempos han cambiado, ya no somos súbditos, somos ciudadanos, la sangre que corre por nuestras venas tiene el mismo color que la que corre por la de ellos... abran los ojos por favor.


CONCHA CASAS

miércoles, 11 de junio de 2014

EL BORBÓN QUE SE BORBONEÓ A SÍ MISMO DOS VECES

«Hace tiempo que la ciudadanía empezó a situar al monarca en la cumbre de un sistema de poder podrido» 

To be or not to be!
Ilustración de Kiko Feria especial para 3 colores 3 

El borbón que se borboneó a sí mismo dos veces 

Conviene en estos días de prisas palaciegas no perder la compostura, ni dejarnos llevar  por la pasión, y analizar, en primer lugar, la abdicación de  Juan Carlos de Borbón, y de cómo se ha llegado a optar por esa solución, cuando se había negado esa posibilidad, y los voceros monárquicos nos señalaban a la Gran Bretaña, donde una octogenaria Isabel II sobrevive sonriente a  las hecatombes de dos siglos.
Principio tienen las cosas, y a ese pasado hay que recurrir siempre, si queremos entender lo que ha ocurrido. Achacar todo el desgaste de la actual monarquía a las tropelías consentidas del matrimonio Iñaki Urdangarín-Cristina de Borbón,  más la previsible imagen de la pareja, sentados en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial de Palma de Mallorca, es simplificar demasiado algo muy complejo y que viene de muy atrás. El tiempo dirá si aquel rumor de abdicación que se produjo hace un tiempo, cuando aún no había estallado el caso Urdangarín, tenía visos de certeza; me refiero a aquella cena del titular de la corona con sus hijos, para anunciarles su intención de divorciarse e iniciar una vida en común con la “princesa” Corina. Habrá pasto para las revistas y programas “del corazón” durante mucho tiempo, con las andanzas de esa familia de parásitos, que viven como multimillonarios que son a nuestra costa.
Para especulaciones sobre las auténticas razones de la abdicación, y la rapidez con que se están abordando los trámites de la sucesión borbónica tendremos tiempo para escribir despacio. Lo que ahora nos conviene analizar, es, de todos los hechos negativos incontrovertibles que se conocen, relativos a la Casa Real, los que han pesado más en la decisión. Como elementos indiscutibles, que han afectado y afectan a la Corona en su credibilidad y prestigio, se encuentran la actual crisis política y económica, con seis millones de desempleados, con cerca de dos millones de personas, no en el umbral si no en la pobreza extrema; cientos de casos de corrupción, con unos responsables de las entidades financieras quebradas, intocables penalmente, que además se han adjudicado indemnizaciones multimillonarias, mientras unos cuantos miles de modestos ahorradores, jubilados en muchos casos, han visto desaparecer el producto de toda una vida de esfuerzos y sacrificios, con el engaño de las preferentes. No sigo, la lista es larga, sin dejar de citar el célebre caso de la trama Gurtell y el específico del “gran Pepe Barcenas.
La ciudadanía hace tiempo que empezó a situar al monarca en la cumbre de un sistema de poder muy podrido, no solo por sus aficiones cinegéticas y amatorias, sus peligrosas amistades y turbios negocios, sino por hacerse públicas sus andanzas y vida poco ejemplar, precisamente en los momentos en que se perpetraban contra los ciudadanos españoles brutales recortes de derechos y libertades. El desencadenante de la oleada de impactos críticos tuvo lugar a partir de conocerse, al no poder taparse, que la lesión sufrida por el Rey, había sido en una cacería de elefantes, a la que había acudido con su amante, como cualquier multimillonario dado a la gran vida. Todo habría quedado en un rumor, extendido por los enemigos de la monarquía, de no haber ocurrido el accidente que trajo tan funestas consecuencias. Años atrás se conoció que cazaba osos borrachos en países del Este de Europa, sin que ocurriera nada. A partir de aquella patética petición de perdón y del cristiano propósito de la enmienda se puede decir que empezó un proceso de ruptura del tabú monarquía.
La opacidad con la que han funcionado hasta el presente las finanzas de la Casa Real es otro elemento a poner en el debe de la Corona. Se trata de una institución que no es controlada por el Tribunal de Cuentas, tampoco lo es la Iglesia Católica, a pesar de las importantes y desmesuradas sumas que reciben  ambas de los presupuestos generales del Estado. 
También ha quedado claro, para la gente de la calle, que el actual Jefe del Estado  forma parte, de manera obscena, del club de los poderosos; sin ir más lejos, su último viaje, a visitar a sus colegas de las monarquías petroleras del Golfo Pérsico, no fue para interceder por los derechos de las mujeres o por los disidentes que sufren feroces torturas. Quedó claro que fue como jefe del lobby de los empresarios españoles con intereses en esos países, como los célebres contratos para el proyecto de AVE a la Meca, en los que, como es conocida costumbre, hay cantidades que se “donan” a la Corona española, por esas “desinteresadas” gestiones con sus amigos, los sátrapas de aquellas brutales tiranías. 
Ha insistido el monarca, en su mensaje a los españoles, en el factor estabilidad de la monarquía, precisamente una de las elaboraciones míticas más jaleadas por los defensores de la dinastía de los borbones. Sin embargo, hay que recordar que, desde 1808 hasta nuestros días, no ha habido ni un solo rey o reina que empiece y termine su reinado con normalidad institucional. Es conocido como se inició el reinado de aquel felón llamado Fernando VII, tras sus vacaciones en Francia, desde donde felicitaba efusivamente a los generales franceses por sus victorias sobre los españoles, recomendándoles mano dura con este pueblo levantisco y rebelde. De sobra se conocen las matanzas que después perpetró, una vez que los ingenuos constituyentes de Cádiz lo proclamaron Rey. Su hija, Isabel II, acabó en el exilio, y el hijo de esta, Alfonso XII, inició su andadura con un golpe de Estado, por no hablar del hijo de este, Alfonso XIII, que siguió los pasos de su abuela y murió desterrado. También se olvida que hubo tres guerras civiles en el siglo XIX, que fueron dinásticas, y que hemos tenido a reyes de otras dinastías, como José Bonaparte y Amadeo de Saboya. Como pueden observar  los lectores, con unos pocos datos queda malparado el mito de la estabilidad.
No hay que olvidar que el dimitido monarca lo es por haber sido nombrado heredero del general Franco a título de Rey; o lo que es lo mismo, su “legalidad” arranca de la arrebatada a la Segunda República por un golpe de Estado, que desencadenó una guerra civil y cuarenta años de feroz tiranía.  Incluso el padre de don Juan Carlos, el Conde de Barcelona, citado en el discurso de abdicación, en aquella breve y triste ceremonia de cesión de derechos, habló de “instauración” de la monarquía en la persona de su hijo, es decir, se reconocía, paladinamente, que no era una restauración, que no había continuidad dinástica, por lo que poco hay que añadir, al haber “reconocimiento de parte”.
Por mucho que se quiera decir lo contrario, los resultados de las elecciones europeas del 25 de mayo han sido el elemento desencadenante de los acontecimientos. El varapalo sufrido, por los dos principales partidos de ámbito nacional, que no han alcanzado el 50 por cien de los sufragios emitidos,  no presagia un escenario idílico para las Cortes que resulten de las próximas elecciones generales, es decir, podría ocurrir que no se pudiera aprobar la Ley orgánica prevista en el artículo 57.5 de la Constitución de 1978, por no darse una mayoría de signo monárquico suficiente. A partir de ahí el escenario sería imprevisible, incluso el de un proceso constituyente con la monarquía a debate. Evitar eso, y no otra cuestión, es lo que ha hecho que todo se precipite, y que el señor Pérez Rubalcaba pueda rendir un último servicio a la Corona.
Los sondeos se han equivocado de modo estrepitoso en los pasados comicios, por lo que pueden volver a errar y encontrarnos con unas elecciones municipales, las más próximas, en las que el conjunto de fuerzas políticas, de distinto ámbito, confrontadas con el bipartidismo se hagan con el gobierno de las más importantes ciudades; a partir de ahí sí que puede cambiar de rumbo la historia.
Con una gran ligereza hablan estos días, todos los corifeos del poder, de la ilegalidad de las pretensiones de los que apostamos por una consulta a la ciudadanía, así como por un proceso constituyente. También, y en esto vuelve el perro al vómito, el portavoz parlamentario del partido en el gobierno, reitera que las banderas republicanas no son legales, y las homologa, con maldad o ignorancia, con las franquistas del aguilucho. Con firmeza, con la misma que defendemos la estabilidad de la forma de Estado republicana, presidencial o parlamentaria, hay que decirles, también a esa procesión de muertos vivientes de los ex ministros, que la consulta a los españoles está prevista en su Constitución, en el artículo 92, cuando dice que: Las decisiones políticas de especial trascendencia podrán ser sometidas a referéndum consultivo de todos los ciudadanos. Otros, algo más listos, apelan a encuestas y sondeos para quitar importancia al asunto. Si estuvieran seguros de obtener un amplio respaldo no tengo duda de que convocarían la consulta. A los que tienen alergia a la tricolor no merece la pena rebatirles nada, solo, si es necesario, darles en la cabeza con todas las sentencias dictadas por los tribunales que avalan la plena legalidad de nuestra bandera, la única legitimada y plenamente constitucional.
Continuaremos con el serial, atentos a los movimientos de la Corte, y mientras tanto recordamos el final de aquel poema del muy republicano José Bergamín, tras el palaciego golpe del 23-F:   “Eco de su Narcisismo/ espejo de su ilusión /como es Borbón y Borbón/ se borboneó a sí mismo. (Empieza con música de la zarzuela El tambor de granaderos de Chapí. No se sabe cómo acabará. Ni si acabará. En tamburrada o tamborileo)”.

ISABELO HERREROS

martes, 10 de junio de 2014

MONARQUÍAS

«En España no hay una monarquía, sino mil» 

Las monarquías proliferan en España

Monarquías 

El problema de la monarquía en España no es que hay una, sino que hay miles. La forma de organización suprema de un Estado es un símbolo poderosísimo que reverbera hasta en el más escondido reducto de la sociedad. La monarquía se refracta así en mil monarquías y cada una de ellas a su vez en otras mil monarquías, en una progresión geométrica que acaba embotándolo todo.
El rey ha estado 39 años en el poder, pero todos conocemos políticos que llevan los mismos años pegados al erario público y que aún seguirán emulando hasta la muerte la cualidad vitalicia de un monarca. Al trono se llega por sucesión, sin un refrendo, ¿pero no ha llegado de forma parecida Susana Díaz a la presidencia de Andalucía? Fue elegida por Griñán, y su proclamación como candidata se hizo en unas primarias precipitadas, evidentemente amañadas por el Aparato. Lo mismo ha ocurrido con su pobre antagonista, Moreno Bonilla, éste elegido simplemente a dedo por Rajoy. ¿Y el Parlamento y el Senado? Son los reyezuelos que reinan en cada partido los que toman las decisiones, que luego votan dócilmente sus lacayos. Hay monarquía en la Universidad, cuando son los hijos quienes acceden a las cátedras de los padres y de los abuelos. Hay monarquía en los consejos de administración de las empresas, la hay en los organismos del Estado. ¡Monarquías por doquier, en todas las esferas y a todos los niveles!
En los puestos claves del país se instalan, pues, aquellos que mantienen una relación sanguínea, sentimental o ideológica con los poderosos que los anteceden, de modo que la organización monárquica permea toda la pirámide, desde lo más bajo a lo más alto. Es comprensible la merma de España y su postración cuando el talento y la creatividad encuentran de modo sistemático cerradas las puertas, esas celosas puertas que sólo se abren por motivos ajenos a las necesidades reales.
¿Con qué derecho exigimos que la excelencia triunfe si en la máxima institución del Estado cuentan los genes? ¿Podemos pedir a los ciudadanos lo que no le pedimos al jefe del Estado? La cuestión crucial entre monarquía o república no radica en el coste de la primera, que puede ser más o menos elevado según lo que decida el país, ni en que también hay repúblicas bananeras, sino en que los peldaños que ascienden a la cima de la montaña deben estar expeditos para quienes deseen transitar por ellos. De este modo se ofrece el saludable mensaje de que, primero, no hay sagrarios vedados; y segundo, que el único requisito para penetrar en ellos son la preparación, la voluntad, el afán de servicio o la ambición.
El mensaje es aún más trascendente en los países mediterráneos, tan dados al enchufe y al nepotismo, por lo que la monarquía les suele ser letal, ya que alimenta sus más ancestrales defectos. La monarquía planta ante los atónitos ciudadanos la contradicción que se establece entre lo que necesita y anhela un país y su negación radical en la cumbre de la pirámide. Los elogios desmedidos de estos días a la institución, esas unanimidades sospechosas entre la casta privilegiada, tienen como misión enterrar la consciencia que ha comenzado a abrirse en el pueblo. ¡Ninguna de las miles de monarquías que prosperan felizmente en España quiere desaparecer!

GREGORIO MORALES VILLENA
Diario IDEAL, martes, 10 de junio, 2014

lunes, 9 de junio de 2014

MODESTO ROLDÁN

«Modesto Roldán es uno de los grandes pintores eróticos del siglo XX» 


Una de las geniales y fantásticas pinturas eróticas de Modesto Roldán
(fuente: Facebook) 

Modesto Roldán, pintor erótico de proyección internacional 


El pasado día 1 de junio, a los 87 años,  falleció, en un hospital madrileño, Modesto Roldán, uno de los grandes pintores eróticos del siglo XX. Su obra tiene presencia en museos y colecciones privadas prestigiosas de medio mundo. En Francia su obra aparece en todas las monografías de historia de la pintura contemporánea, mientras que en España era y es un gran desconocido. Desde hace casi dos décadas residía en un pueblo de sierra madrileño, Navagalamella, en una suerte de auto destierro, y allí recibía con gran hospitalidad a los amigos. En los últimos años dedicaba casi todo el tiempo a la escritura. Durante sus “bajadas” a Madrid, cada vez más espaciadas, acudía puntual los jueves  a la tertulia literaria de Pepe Esteban.
Realizó sus estudios de pintura en París, donde vivió durante treinta años.  Expuso sus obras en las más prestigiosas galerías de Europa. Participó con Picasso, Arroyo y otros artistas relevantes   en la gran exposición itinerante italiana España Libera, así como en la exposición colectiva Desde Picasso a nuestros días, en el Museo del Louvre de París.
De él dijo Francisco Umbral: “Modesto Roldán impone y da a sus obras tratamiento orfebre, minucioso, manierista y delicado, que llega a personalizar lo abstracto, consiguiendo que nos enamoremos de una desconocida sin rostro”.
Por su parte Fernando Arrabal tiene escrito que “con Roldán comprendí lo que en pintura quiere decir perfección, orden minucioso y paranoico, inspiración ebria de los sentidos, corteza íntima en el espacio infinito”.
Javier Villán asegura: “El erotismo en la pintura de Modesto Roldán puede percibirse de varias formas; yo lo siento como fiesta, como éxtasis suntuario. Es el esplendor del tacto, el fulgor de la piel, el estallido de una luz interior que se derrama por el cuadro con fecundidad orgásmica”.
Ateo, librepensador, republicano, hombre libre y heterodoxo, vivió y murió de acuerdo a sus principios y valores.
Hasta el momento ningún medio de comunicación se ha hecho eco de la noticia. En Facebook su hijo ha fundado una página, en la que se pueden ver algunas de las exquisitas obras de tan singular y gran artista.

ISABELO HERREROS



jueves, 5 de junio de 2014

TRES COLORES

«Iniciamos nuestro camino mientras el horizonte amanece rojo, amarillo y morado» 

Las tres obras maestras de Krzysztof Kieslowski que siguen los colores de la bandera republicana francesa: "Azul", "Blanco" y "Rojo" 

Tres colores 

De 1993 a 1994, Krzysztof Kieslowski dirigió su trilogía “Tres colores”, una de las obras maestras del cine y del arte universales, basada en los tres colores de la bandera republicana francesa, por lo que llamó sucesivamente a sus filmes “Azul” (1993), “Blanco” (1994) y “Rojo” (1994), un homenaje al país que le había abierto los brazos (Kieslowski era polaco) y al amor, la libertad y a belleza que eran posibles en su suelo.
Lo mismo que hizo Kieslowski en el campo cinematográfico, llevan los españoles haciéndolo con la vida y cifrando en los tres colores de la bandera republicana española –rojo, amarillo, morado- sus aspiraciones de una convivencia más bella, más democrática, más limpia, más profunda. Como no existen las casualidades, ya que en el universo todo es intercambio de comunicación, no es gratuito que una excelsa trilogía cinematográfica sea también la denominación de nuestra más excelsa meta simbolizada en estos tres colores, la bandera tricolor española, y que sea también el nombre que encabeza nuestro blog, dirigido a sumergirse, explorar, escalar o patearse aquellos caminos que nos conduzcan a una república en España, pero no de cualquier modo, sino tratando de conseguir con nuestra actuación y en nuestras palabras aquello que deseamos fervientemente para el país, ¿pues puede instalarse una República en algún lugar si antes no se halla en el interior de nosotros mismos?
Y como queremos verdad para el país y no mentiras y maquiavelismo, y como queremos igualar a los ciudadanos por lo más alto y no por lo más bajo, y como amamos la cultura y la vida y nos decantamos por la desnuda honradez que hace tiempo abandonó la sociedad española, escribiremos con esas mismas premisas. De este modo, si adviene una República, lo hará como debe hacerlo, y no lanzada como un alud, pues no deseamos que, con el tiempo, de aquellas lluvias sean estos lodos, sino, por el contrario, nos proponemos que la Tercera sea la definitiva, que se acabe durante un par de siglos al menos el debate sobre la forma de Estado, y que por fin los españoles puedan vivir en libertad real y utilizar su enorme energía en cuestiones que no sean nacionalistas.
El fin de nuestros tres colores no es, sin embargo, la forma de Estado, aunque parta necesariamente de ella, sino cada una de las personas que lo componen, con su problemática, con sus características y aspiraciones particulares. Los ciudadanos no pueden ser números o estadísticas, sino nombres y apellidos, valiosos nombres y apellidos, tan imprescindibles como puede serlo el del primer mandatario del país.
Así que iniciamos nuestro camino mientras el horizonte amanece rojo, amarillo y morado, y marchamos hacia él porque los colores son una meta, un objetivo, y mientras permanece en nuestra mente, nuestras botas recorren paso a paso la ruta.

ISABELO HERREROS
GREGORIO MORALES VILLENA
FRANCISCO J. PÉREZ ESTEBAN